COMUNICACIÓN PARA LA INVESTIGACIÓN
El ser humano, desde que nace, siente la necesidad de descubrir aquello que desconoce. Investigar es una actitud vital innata que le permite desenvolverse en su entorno y evolucionar en él. Los niños y niñas son grandes curiosos y aún mejores investigadores. La infancia es la etapa de nuestra vida en la que más desarrollamos esa actividad: primero recopilando datos sobre todo lo que nos rodea (sabor, olor, color, tamaño, peso, etc.), después relacionando los datos y por último creando conceptos que permitan trabajar mentalmente con ese conocimiento. La educación debería orientar al niño para seguir realizando ese proceso de búsqueda, incorporando paulatinamente el aprendizaje histórico. Es decir: los conceptos que ya han sido elaborados por la humanidad y que permiten construir sobre ellos nuevos avances.
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