Comenzaremos despertando el interés de las niñas y los niños evocando la visita a un restaurante. ¿Quién no ha estado alguna vez en un restaurante? ¿Recordáis qué es lo que había en las mesas cuando llegamos? ¿Quién nos atendió? ¿Qué nos dieron para que pudiéramos elegir nuestros platos? ¿Qué tuvieron que hacer mamá y papá antes de marcharnos?
¿A quién le gustaría darse una buena comilona en un Lectaurante? Sí, sí, he dicho “Lectaurante”, no “restaurante” porque éste es un lugar muy muy especial al que sólo pueden acudir quienes estén dispuestos a devorar los más deliciosos, divertidos, misteriosos y bellos alimentos que se puede comer en el planeta Tierra.
¿Y sabéis cómo se llama este restaurante tan especial? Ni más ni menos que os estoy hablando del archifamosísimo Lectaurante “Cuento Contigo”, donde la comida es una aventura. Está situado en la calle del Beso, junto al Parque del Gozo.
Aquellos que quieran apuntarse que me sigan y les enseñaré el camino.
Destinatarios: A partir del segundo ciclo de primaria.
Objetivos:
- Desarrollar la destreza manual.
- Fomentar la creatividad.
- Trabajar el aprendizaje significativo.
- Desarrolla el lenguaje oral y escrito.
- Comunicar anhelos, deseos, inquietudes del niño.
Desarrollo de la actividad:
1. Confección de los manteles
Aunque cuando se llega a un restaurante sobre las mesas están situados los manteles, los vasos, los platos y los cubiertos, en este restaurante nos los vamos a fabricar nosotros. Para ello, sobre las mesas iremos desplegando manteles de papel blanco; cada grupo de comensales (entre 4 y 6) irá dibujando, con rotuladores o lápices de colores, sus propios vasos, platos y cubiertos. Se pueden añadir detalles personales: servilleta, panera, jarra, botella de agua y vino, florero, salero, aceitera, etc. ¡Dejemos volar la imaginación!
2. ¡Comida a la carta!
El animador y sus ayudantes (al menos 2) ofrecerán a los comensales el menú que podrán degustar. Para ello, bien se presentará un panel con un menú en tamaño A-3 (un doble folio), bien se le dará a cada comensal una carta individual.
En las cartas estarán escritos los nombres de las colecciones de que dispongamos, no títulos de libros concretos. Los camareros irán anotando lo que desea comer cada cliente. Por ejemplo:
1er. Plato: Cuentos de Ahora en lecho de fresas silvestres.
Infantil Alfaguara a la salsa de pimienta anaranjada.
Delicias de Don y Doña sumergidas en mermelada de arándanos.
2º Plato: Renacuajos fritos en nido de abejaruco enamorado.
Suspiros Altea Benjamín cubiertos de lágrimas de cocodrilo del Nilo.
Chiquicuentos con salsa tártara al caramelo.
Postre: Batido mozárabe de Minicuentos.
Cuentos Sorpresa recubiertos de regaliz.
Mousse de Cuentos Gigantes.
Para el postre se tratará de presentar aquellos libros que, por cualquier motivo, podamos considerar “especiales”: Cuentos Gigantes, Cuentos Sorpresa, Cuentos Escritos por los Niños, Cuentos Troquelados...
Si no disponemos de muchos libros de estos tipos (que suelen ser muy caros), podemos proponer a los niños y niñas degustar un cuento entre “toda la familia” (uno por mesa), o saborear el increíble Postre de la Casa, que consistirá en la narración, por parte del animador, de un cuento especialmente atractivo.
Los camareros pasarán por las mesas con una libreta en la que anotarán lo elegido por comensal.
3. ¡A comer!
Los camareros irán trayendo en bandejas (preparadas previamente para dar mayor agilidad) distintos títulos de cada colección para que cada visitante elija el que más le guste de la colección que había pedido. Cuando todos tengan sobre su plato el libro escogido pasarán a degustarlo. No se trata de que nos empeñemos en que se lean el libro entero sino de que pasen un rato agradable echándole un vistazo y reproduciendo lo que habitualmente hacemos cuando vamos a comer con nuestra familia o con los amigos: les damos a probar de nuestro plato, es decir, comentamos con los niños de nuestra mesa el plato/libro que estamos comiendo.
Al cabo de un rato, cuando vemos que todavía están interesados por ese primer libro (no cuando ya están desconectados), procedemos a retirar el plato, lo cual provocará las protestas de los niños, para poder servir el segundo. Se seguirá el mismo procedimiento que con el primero. Llegado el postre, se seguirán los pasos indicados en el punto 2.
4. ¡A pagar toca!
Bueno, ahora que ya hemos disfrutado de una magnífica comida, llega lo malo: tenemos que pagar su importe. ¡Ah!, ¿pero no tenéis dinero? Está bien, vamos a hacer un trato: vosotros me pagaréis de dos maneras, escribid en estos dos cartones los datos que os explico a continuación:
- Los libros que más me han gustado del Banquete de los Cuentos.
- Indicad los tres libros que más os han gustado de esta actividad.
- ¿Qué menú lector prepararía para mis amigos?
Ahora podéis escribir los títulos de vuestros tres libros favoritos. Pueden ser de los que habéis leído en casa, en la biblioteca del cole, o alguno que os hayan contado los papis, los abuelos o el maestro.
Recogeremos los dos cartones con la promesa de devolvérselos cuanto antes porque querrán conservarlos (sobre todo si el diseño que hemos hecho es atractivo). Estos materiales nos permitirán comprobar qué libros del banquete han sido aceptados o rechazados y cuáles otros son del interés de los niños, de cara a futuras adquisiciones o solicitudes de préstamo.
Conclusiones
Esta propuesta didáctica tiene sobre todo sentido si se ayuda a los niños a tomarla no sólo como un juego sino también como un punto de inicio de un personal y apasionante itinerario de lecturas. Por eso es fundamental que sepamos dejarles con las ganas, hacer que se queden “con hambre”, a lo largo de la estrategia. Cuando están más interesados por un libro, se lo retiramos. Así tendrán auténtica “necesidad” de volver a la biblioteca en busca de ese volumen y, de paso, descubrirán otros.
Otro aspecto decisivo es la selección de los libros que introduciremos en el banquete. En ella nos jugamos mucho porque -como sabe bien todo buen empresario de hostelería- si queremos que los niños vuelvan a nuestro establecimiento (la biblioteca) no podemos defraudarles sino, muy al contrario, impactarles y causarles una grata impresión (¡el bibliotecario se los tiene que ganar con habilidad y, sobre todo, con ternura).
Esta actividad está extraída de la página Sol-e.
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