A partir de un cuento breve, que puede ocupar una página del estilo de Gianni Rodari, Ursula Wolfel, Arnold Lober.... cuentos populares o poemas, les animamos a los alumnos a que ejerzan de carteros o mensajeros secretos.
Objetivos:
- Compartir lecturas con familiares, amigos, vecinos...
Desarrollo de la actividad:
Se comenta y se reparten copias a los niños que, voluntariamente, quieren participar en la experiencia de hacerlos llegar más allá de la escuela.
Ellos van a hacer de carteros, de mensajeros secretos que depositarán las hojas en los buzones de sus vecinos o las deslizarán por debajo de la puerta. La consigna es hacerlo a escondidas, de modo que quien reciba el cuento no sepa quién lo envía. Se trata de un regalo anónimo.
Además de las fotocopias, pueden escribir sus propios cuentos, historias o poemas.
Las hojas tienen una entradilla con frases parecidas a éstas:
- Los cuentos que el viento se llevó que se escapan de la biblioteca escolar e inician un viaje que todos sabemos dónde empieza pero no dónde acaba. A veces los leerá el abuelo; otras, será el padre quien los contará a su hijo, o la madre cuando llegue del trabajo. Cada cuento tiene su propio destino y encuentra su propio lector.
- Los cuentos que el viento se llevó se pueden intercambiar, se pueden regalar, se pueden coleccionar.
- Cuando llegue un cuento a tus manos, léelo, disfrútalo, solo o en compañía. Después, deja que prosiga su camino: pásalo a otros lectores, que a su vez lo leerán, lo compartirán y lo volverán a pasar.
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